Cosas que nadie te contó sobre el embarazo


Que sí, que ya lo sé, albergar una vida en tu interior es lo más maravilloso del mundo… Pero no nos engañemos, también tiene sus inconvenientes...

Sería injusto sacar peros a un estado irrepetible, único y emocionante. El embarazo es, sin duda, uno de los momentos más especiales para la mujer. Pero no nos engañemos, no es oro todo lo que reluce, y aunque no me ensañaré acerca de la metamorfosis que sufre tu cuerpo, espero que este post te alivie para no sentir ningún tipo de remordimiento.

La tripita cervecera

Sí, es un horror, sobre todo si es uno de los puntos flacos de tu cuerpo, la tripita. Está claro que a todo el mundo le gusta ver a una futura mamá embarazadísima, con una gigantesca pelota de baloncesto asomando... Lo peor viene en el ecuador de la gestación, con cuatro meses y medio… un desconocido jamás pondría la mano en el fuego si tuviera que responder a qué se debe esa redondez de vientre. ¿Demasiadas hamburguesas o en serio estás embarazada? Solución: empieza a comprar camisas amplias cuanto antes… créeme si te digo que les darás un buen uso durante al menos dos temporadas.
(PD: ¿Os habéis enterado de que en China muchas mujeres se inyectan silicona para simular un embarazo y así conseguir un sitio en el metro? )


 
Náuseas… vale, pero con dignidad
No le ocurre a todo el mundo, pero ¡ay de ti si te toca! Existe un jarabe muy azucarado que venden en las farmacias para evitar las náuseas (suelen producirse por las mañanas, pero también después de comer…) Aunque sinceramente, creo que actúan a modo de placebo. Lo peor es el mal cuerpo que se te queda. Si te ocurre en el trabajo, procura silenciar en la medida de lo posible tu conversación con el señor Roca. Y no olvides mirarte al espejo antes de salir. El rímel suele jugar malas pasadas… Estás embarazada, pero no por ello debes parecer enferma.

Si yo como igual que antes…. ¡mentira!
No te esfuerces en convencer a nadie. A mí me costó trabajo aceptar que comía por dos… y había días que hasta por tres. De hecho, no me di cuenta hasta que dejé de estar embarazada. Fue entonces cuando comprobé con estupor los platazos de comida que me metía entre pecho y espalda cuando éramos dos. La iluminación vino de repente, cuando un buen día reproché a mi pareja que me hubiera servido ‘ingente cantidad de comida’. Contestación de ‘mi santo’: “¡Pero si es la misma cantidad de siempre!” (inciso: se refería a los últimos cinco o seis meses). Entonces, sólo entonces, me vino a la memoria el rostro de mi comadrona, entre jocoso y aburrido, cuando me recriminaba los kilitos de más y obviaba mis aspavientos (“le juro que hasta paso hambre”). Sí, el embarazo da hambre, así que mucho cuidado con lo que comemos.

Esas ¿dulces? pataditas
Si, es una imagen bucólica, sin lugar a dudas. La de estar tumbada, con nuestra pareja tocando la tripita, y de repente… ¡bum! Patadita de nuestro querido bebé. ¿Patadita? Os aseguro que ni el mismísimo Bruce Lee sería capaz de lanzar tantas y tan fuerte… A ver, al principio ilusiona, incluso al final, todo depende del momento en el que nos encontremos, y sobre todo, de la fuerza con que nuestra pequeña criatura quiera manifestarse. Porque hay una diferencia muy grande entre dar un ligero toque de balón (admítanme la metáfora) y lanzar un disparo directo a portería…

No hay comentarios:

Publicar un comentario